lunes, 22 de junio de 2015

24 ¡MISTERIOS SANTO ROSARIO DOLOROSOS! ® © @

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Coincidencias de: SANTO ROSARIO - SAN LUCAS - CAPITULO 22 VERSÍCULO 41 - SAN JUAN - CAPITULO 19 VERSÍCULO 1 - CAPITULO 19 VERSÍCULO 2 [("Los Soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús")] - CAPITULO 19 VERSÍCULO 17 - CAPITULO 19 VERSÍCULO 18 . Asociación a: ORACIÓN. Tipo de búsqueda Estándar Entre varias fiabilidad Alta en este futuro alternativo. Mtz., 1. Ini.,1372. Dst., 7. Inv. ¿MISTERIOS DOLOROSOS? ® © @







"La coronación de espinas se hizo en el patio interior del cuerpo de guardia. Había allí cincuenta miserables, criados carceleros, alguaciles, esclavos y otras gentes de igual jaez. El pueblo estaba alrededor del edificio; pero pronto se vió rodeado de mil soldados romanos, puestos en buen orden, cuyas risas y burlas excitaban el ardor de los verdugos de Jesús, como los aplausos del público excitan a los cómicos. En medio del patio había un trozo de una columna; pusieron sobre él un banquillo muy bajo, y lo llenaron de piedras agudas. Le quitaron a Jesús los vestidos del cuerpo, cubierto de llagas, y le pusieron una capa colorada de un soldado, que no le llegaba a las rodillas. Lo arrastraron al asiento que le habían preparado, y lo sentaron brutalmente. Entonces le pusieron la corona de espinas alrededor de la cabeza (Cf. Jn 19:2), y la ataron fuertemente por detrás. Estaba hecha de tres varas de espino bien trenzadas, y la mayor parte de las puntas estaban vueltas a propósito hacia dentro. Habiéndola atado, le pusieron una caña en la mano; todo esto lo hicieron con una gravedad irrisoria, como si realmente lo coronasen rey. Le quitaron la caña de las manos, y le pegaron con tanta violencia en la corona de espinas, que los ojos del Salvador estaban inundados de sangre. Se arrodillaron delante de Él, le hicieron burla, le escupieron a la cara, y le abofetearon, gritándole: '¡Salve, Rey de los Judíos!'. Después lo tiraron con su asiento, y lo volvieron a levantar con violencia. No podría repetir todos los ultrajes que imaginaban estos hombres. Jesús sufría una sed horrible; sus heridas le habían dado calentura, y tenía frío; su carne estaba rasgada hasta los huesos, su lengua estaba contraída, y la sangre sagrada que corría de su cabeza resfrescaba su boca ardiente y entreabierta. Jesús fué maltratado por espacio de media hora en medio de la risa, de los gritos y de los aplausos de los soldados formados alrededor del Pretorio"., Cfr. De la Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo a S.Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXVI, Tomo IV, Libros I y IX. Págs., 123 - 124.






"Misterios de Dolor

22. Los Evangelios dan gran relieve a los misterios del dolor de Cristo. La piedad cristiana, especialmente en la Cuaresma, con la práctica del Via Crucis, se ha detenido siempre sobre cada uno de los momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación.




El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos.





El itinerario meditativo se abre con Getsemaní, donde Cristo vive un momento particularmente angustioso frente a la voluntad del Padre, contra la cual la debilidad de la carne se sentiría inclinada a rebelarse.




Allí, Cristo se pone en lugar de todas las tentaciones de la humanidad y frente a todos los pecados de los hombres, para decirle al Padre: «no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42 par.). Este «sí» suyo cambia el «no» de los progenitores en el Edén. Y cuánto le costaría esta adhesión a la voluntad del Padre se muestra en los misterios siguientes, en los que, con la flagelación...




La coronación de espinas...




La subida al Calvario...




Y la muerte en cruz, se ve sumido en la mayor ignominia: Ecce homo!




En este oprobio no sólo se revela el amor de Dios, sino el sentido mismo del hombre. Ecce homo: quien quiera conocer al hombre, ha de saber descubrir su sentido, su raíz y su cumplimiento en Cristo, Dios que se humilla por amor «hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 8).




Los misterios de dolor llevan el creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora"., Cf. Ob.Cit. CARTA APOSTÓLICA ROSARIUM VIRGINIS MARIAE.