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Nuevos Códigos de la Torah

Presentación General

“No crean ustedes que Yo he venido a poner fin a la ley ni a las enseñanzas de los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero significado. Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ( La Torá ) ni un punto ni una letra, hasta que suceda todo lo que tiene que suceder”., Cf. San Mateo 5:17-18.

La Sagrada Escritura es la colección o conjunto de los libros escritos bajo la inspiración divina y recibidos como tales por el mismo Jesús en persona, como lo acabamos de ver con la anterior cita del Santo Evangelio, sino, que también por la Iglesia Católica, en su Canon o regla. Por razón de la materia se dividen en tres categorías, y contienen la historia de la economía de Dios en la salvación del hombre y la parte principal de la revelación divina.  

En la Santa Biblia tenemos textos de muchos siglos, de muchos santos autores, y textos, sobre todo, que pertenecen a diversos géneros literarios. En la Sagrada Escritura primeramente leemos los cuatro evangelios, leemos cartas y colecciones, leemos los libros proféticos, los libros apocalípticos ( o de revelación), los libros sapienciales y didácticos. En la Biblia tenemos, además, todo un cantoral, o sea la colección de salmos que llamamos salterio, compuesta de 150 piezas o himnos. Tenemos, finalmente, los llamados libros históricos.

Hemos mencionado fundamentalmente los géneros literarios de la Santa Biblia. Decimos fundamentalmente, porque importa recordar  que estos géneros mayores encierran otros menores, muy variados y especiales. La exégesis moderna, por ejemplo, distingue en la Sagrada Escritura el relato histórico, la saga, el mito, el cuento, la fábula, el paradigma, el sermón, la exhortación, la confesión, la naración didáctica, la parábola, la sentencia profética, jurídica y sapiencial, el refrán, el enigma, el discurso, el contrato, el catálogo o registro, la oración, el canto. Y esta enumeración no pretende ser absoluta ni mucho menos. A lo largo de estos últimos años, la crítica de las formas ha detectado en la Sagrada Biblia un mayor número de géneros literarios profundos y los sigue detectando todavía como lo vemos con el texto codificado. Este cuerpo de los libros inspirados, es decir, colección sagrada, o el Libro –La Biblia- por excelencia tanto en su texto directo como en su texto codificado general Filón, en las numerosas alegaciones que tiene de ellos los llama: “Las Crónicas”, “Las Escrituras”, “Libros de la Ley”, etc.

“San Jerónimo recuerda que nunca podemos leer solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia ha sido escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente , con el “nosotros”, en el núcleo de la verdad que Dios mismo quiere comunicarnos. El gran estudioso, para el cual ‘quien no conoce las Escrituras no conoce a Cristo’, sostiene que la eclesialidad de la interpretación bíblica no es una exigencia impuesta desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del Pueblo de Dios peregrino, y sólo en la fe de este Pueblo estamos, por decirlo así, en la tonalidad adecuada para entender la Escritura. Una auténtica interpretación de la Biblia ha de concordar siempre armónicamente con la fe de la Iglesia Católica. San Jerónimo se dirigía a un sacerdote de la siguiente manera: “Permanece firmemente unido a la doctrina tradicional que se te ha enseñado, para que puedas exhortar de acuerdo con la sana doctrina y rebatir a aquellos que la contradicen”., Cfr. “Exhortación Apostólica Postsinodal, Verbum Domini”, Ss. Benedicto XVI, # 30, Págs., 59 – 60, Nº. 176 (Documentos de la Iglesia, Ed. Paulinas ), 2010.

Pero, ¿fueron redactados o escritos por Dios, de manera que pueda decirse ‘Palabra de Dios’ para el Pueblo de Dios?  Los sagrados libros están llenos de frases asertivas de esta operación misteriosa de Dios, Uno y Trino en el ‘ser humano’, su criatura: ‘Hablóme Dios’; ‘Esto dice el Señor’; ‘Y ví la visión del Señor’; ‘Y la voz del Señor se hizo sobre el profeta”; “Visión de Isaías”, “Óiganme todos los que quieren vivir”, “El Señor afirma”, etc.

La Biblia es el único libro de la humanidad que tiene dos autores a la vez, uno divino y otro humano. Según la doctrina de la Iglesia -eco fiel de la tradición cristiana- d en la elaboración de los Libros Sagrados, el autor humano no es sino instrumento-vivo y libre-del Espíritu Santo, en tal forma que el hagiógrafo escribe y redacta bajo la inspiración positiva y física del Espíritu Santo, cuya influencia se extiende no sólo a las afirmaciones formales, sino también a las insinuaciones. ‘Omne quod hagiographus asserit, enuntiat, insinuat, retineri debet assertum, enuntiatum insinuatum a Spiritu Sancto”., Enchiridion Biblicon, 433. La Intervención del Autor divino no es una mera asistencia negativa, sino formal y positiva, excitando y moviendo a poner por escrito lo que El quería, lo que a su vez supone influencia positiva en la inteligencia para que los hagiógrafos ‘concibieran exactamente y escribieran fielmente, expresándolo con verdad infalible”. Sólo así el Espíritu Santo puede llamarse Autor de la Sagrada Escritura. “Nam supernaturali ipsa virtute ita eos ad scribendum excitavit et movit, ita scribentibus adstitit, ut ea omnia eaque sola, quae ipse iuberet, et recte mente conciperent, et fideliter conscribere vellent, et apte infallibili veritate exprimerent: secus, non ipse esset auctor Sacrae Scripturae” ( Enc. Providentissimus Deus: EB 110 )”., Cf. “Biblia Comentada”, Texto de la Nácar-Colunga, Tomo I, Pág., XII, Prólogo, ( 1962 ). Segunda Edición.

“El día de Pentecostés se pasaba toda la mañana en la sinagoga en la oración, en el canto y en la lectura de la Torá. También se hacía una especie de procesión. Los rabinos, tomando a Jesús entre ellos, pasaban por los alrededores de la sinagoga, acompañados del pueblo; y, deteniéndose en los cuatro puntos cardinales, pronunciaban bendiciones sobre los campos, sobre la mar y sobre los elementos, hacia todas las regiones. Después de una pausa de dos horas, regresaban a la sinagoga y continuaban la lectura, la oración y el canto. En algunas de estas pausas Jesús preguntaba: ¿Habéis entendido lo leído?” Y explicaba el sentido de lo que se leía. Se leyó desde el pasaje del Mar Rojo hasta la llegada de Israel al Monte Sinaí”., Cf. “Visiones y Revelaciones”, de S.Ana Catalina Emmerick, ‘La Fiesta de Pentecostés’, Tomo III, Libro II y VIII, Capítulo XL, Pág., 357.

Forma inefable de la locución de Dios al hombre fue la Palabra Eterna de su Hijo Jesucristo.

“Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo ( Cf. Hebreos 1:1-2 )”., Cfr. “Constitución ‘Dei Verbum’, [ En Cristo culmina la revelación], # 4, Capítulo I, Pág., 120.

Es la forma definitiva de la revelación manifestativa del pensamiento de la Divina Trinidad en la tierra. Más allá, no hay sino la visión de la misma esencia de Dios en la bienaventuranza, cuando se nos muestre ‘revelata facie’ ( Cfr. 2 Corintios 13:18).

“El Señor, el que todo lo puede, está revelando a los hombres, su Amor, su Palabra, nadie rechace tal gracia”., Cf. Nuestra Señora del Rosario, en San Nicolas de Argentina, a la Vidente Católica Gladys H. Quiroga de Motta, el 3 de Febrero de 1987 ( Memorias de la Aparición, Pág., 404 ).

“Hablamos lo que sabemos” ( S. Juan 3:11 ) “El que me envió dice verdad, y Yo digo lo que a Él le oí” ( S. Juan 8:26)  “El que cree en Mí (solamente), sino en Aquel que me envió” ( S. Juan 12:44 ). Luego hay que creer y “predicar”  lo que dice Jesucristo ( Los Hechos 1:8 ), porque lo dice Dios, que es veraz y sabe lo que dice.

“No basta escuchar su Palabra, sino conocer su Palabra”., Cf. Santa  María del Rosario en San Nicolas de Argentina ( Memorias de la Aparición, 13 de Noviembre de 1987, Pág., 1295 ).

Porque Jesucristo es la Palabra de Dios hecha visión en el antiguo testamento y hecha persona humana perfecta divina en el nuevo testamento: ‘Et Verbum caro factum est’.

“El Cielo y la Tierra dejarán de existir, pero MIS PALABRAS no dejarán de cumplirse”., Cf. San Mateo 24: 35.

“Y con una sola Palabra  expulsó a los espíritus malos, y también sanó a todos los enfermos”., Cf. San Mateo 8:16b.

Es una naturaleza humana substancialmente unida a la Persona del Verbo o Concepto de Dios. La palabra de Jesucristo es, por lo mismo, palabra viva de Dios que se comunica con toda su creación. Su inteligencia humana estaba en contacto con la Inteligencia infinita de Dios; y del seno de la Sabiduría eterna derivaba las verdades que, en su forma de hombre, y valiéndose de la palabra humana, exponía a sus contemporáneos: “Dios nos habló últimamente por su Hijo”, decía alborozado San Pablo: “Novissime locutus est nobis in Filio” ( Cfr. Hebreos 1:2).

Bajo estos aspectos anteriores decimos que Dios es el autor de los libros de la Escritura. De su Santo Libro.

Y “El pueblo de Dios-la Iglesia-es el sujeto vivo de la Escritura; en él, las palabras de la Biblia son siempre una presencia. Naturalmente esto exige que este pueblo reciba de Dios su propio ser, en último término, del Cristo hecho carne, y se deje ordenar, conducir y guiar por Él. Para mi presentación de Jesús esto significa, sobre todo, que confío en los Evangelios”., Cf. Josep Ratzinger, Benedicto XVI – Jesús de Nazaret, I Parte, Prólogo ( 30.IX.06 ), Traducción: Lic. Carmen Bas Álvarez, Ed. Planeta, 4ª. Edición ( Marzo 2008 ), Pág.,  17 – 18.

EL YO SOY EL QUE SOY es quien lo ha inspirado y concebido, quien ha ordenado su materia, quien la ha inventado cuando ha sido preciso para llenar los fines que se propuso, quien definitivamente la ha escrito y protegido.

“Aproxímate a la Biblia. Las Palabras de la Biblia son verdaderamente mis Palabras vivas”., Cf. “La Milagrosa y su Hijo se manifiestan  en Corea”, La Vidente Julia Kim de Naju y su segundo diario, Pbro. Raymond Spies, Enero de 1987 ( Pág., 22).

La Biblia es el conjunto de escritos directos o codificados por los que ha querido Dios manifestar su pensamiento al ser humano en la extensión, profundidad, forma y tiempo en que le plugo.

Es la Biblia la palabra de Dios escrita, en cuanto quiso Él expresar por las formas gráficas de la escritura sus conceptos o ideas, contenidas en las formas orales equivalentes. Como habló a Adán, a Noé, a Abraham ante su tienda, a Moisés en el Horeb, a Jeremías, a Ezequiel, a Daniel, etc., así, salvando la diferencia de forma, hablo a los primeros cristianos personalmente y luego nos siguio hablando a nosotros por medio de su Santa Iglesia.

“Esto se comprueba leyendo los libros de la ley y los profetas”., Cf.Romanos 3:22c.

El testimonio de la tradición eclesiástica es unánime en pro de la inspiración divina de todas las escrituras hasta hoy. Citamos sólo a San Gregorio Magno ( 590 – 640 D. de Jc. ): “El emperador del cielo, el Señor de los hombres y de los ángeles, te envió sus epístolas para que vivieras;  ¿Y tú, hijo glorioso, descuidas leerlas con avidez? Porque, ¿qué otra cosa es la Sagrada Escritura que una carta del Dios omnipotente a su criatura?” ( Cf. Ad Theodorum Med. Epist. 31 ).

Santo Tomás de Aquino concreta en esta fórmula, precisa y filosófica, el sentir de la Iglesia en todos los tiempos, hasta el fin del mundo: “El autor principal de la Sagrada Escritura es el Espíritu Santo” ( Cfr. Quodlibet 7ª, 14).

El hecho de que los sagrados Códices se guardaran antiguamente en cuevas como la Eucaristía en el Santo Tabernáculo; el honor que en algunos Concilios se ha atríbuido a las Escrituras, especialmente a los Evangelios, colocándolos en rico trono como presidiendo la asamblea; el afán de los Padres en sacar de las profundidades de las Escritura las enseñanzas dogmáticas y morales, las advertencias y milagros para la formación religiosa de los fieles en todos los continentes; el mismo testimonio de los herejes, que han reconocido la autoridad divina de la Biblia; la maravillosa concordancia y la inexhausta fecundidad doctrinal de los sagrados Libros; su sencillez de estilo unida a la más encumbrada sublimidad; los Códigos Bíblicos, descubiertos por la Ciencia, etc., todo ello son otros tantos indicios externos de que es el Espíritu de Dios el que arrancó del pensamiento de los hagiógrafos las páginas todas de la Santa Biblia desde el Génesis hasta el  Apokalypsis.

“¿Y qué tienes que Dios no te haya dado? Y si él te lo ha dado, ¿Por qué  presumes, como si lo hubieras conseguido por ti mismo?”., Cf. 1 Corintios 4:7bc.

Un códice antiguo tiene grabado, en una de sus tapas de plata, la imagen del ‘Verbo de Dios’, y en la otra, un volumen que representa la Biblia, en su versión más católica; y debajo se lee esta inscripción: ‘Par cultus et honor utrique”. La misma veneración y amor se debe al Verbo de Dios y a la Palabra de Dios, que es lo que de ‘Sí’ quiso Él manifestarnos personalmente por la Escritura.

Entonces, ¿Es palabra de Dios la predicación del texto directo o texto codificado? Lo es, sin duda. ( Cfr. Rom. 16:25; Jon. 3:2; Act. 10:36-44).

“La Sagrada Escritura, aún en la multiplicidad de sus formas y contenidos, se nos presenta como realidad unitaria. En efecto, ‘a través de todas las palabras de la sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien Él se dice en plenitud ( Cf.  Hebreos 1, 1 – 3 ), como ya advirtió con claridad San Agustín ‘Recordad que es una sola la Palabra de Dios que se desarrolla en toda la Sagrada Escritura y uno sólo el Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados”., Cfr. Ob. Cit.. Verbum Domini, # 18, Pág., 40.

A medida que se multiplica la predicación en los tiempos apostólogicos, se multiplica la palabra de Dios. “Predica la palabra”, le dice San Pablo a Timoteo ( Cf. II Tim. 4:2). La Sagrada Escritura es palabra viva de Dios. También lo es la predicación eclesiástica.Vistas desde este ángulo, Escritura y predicación son las dos cosas más luminosas y potentes que ha instituido el Creador a favor del ser humano. Porque ambas son ligadura de orden sobrenatural del hombre con Dios. Vienen de Dios para llevarnos a Dios.

“Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo…Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto, la importancia de una ‘pastoral bíblica’, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de ‘interpretación o conocimiento’ de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o deproclamación de la Palabra. Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-señor del universo”., Cf. “V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe”, Documento Conclusivo, en Aparecida, La vida de Jesucristo # 248 – 249 ( Extractos ), Págs., 144 – 145  (2007 ).

Pero existe una gran diferencia de diferencias entre la Escritura y la predicación. La Escritura está ya cerrada. Ni siglos arriba del ‘In principio’, del Génesis, ni siglos acá del Amén, del Apokalypsis, ni fuera del ámbito de nuestras Escrituras canónicas, puede hallarse una sola palabra que se diga o pueda decirse palabra de Dios en el sentido de la inspiración bíblica. Pudo, tal vez, haber desaparecido, según la opinión de algunos doctores, algún libro escrito bajo la inspiración de Dios, como pudo serlo la ‘Carta a los Laodicenses’ a que se refiere San Pablo en la suya a los fieles de  Colosa, 4:16.

Pero, aun en la hipótesis de la inspiración de aquellas páginas, no puede admitirse que lo fueran con la plenitud, que podríamos llamar canónica, con que lo fueron nuestros Libros de los dos Testamentos. Dios, en este caso, no hubiese consentido la pérdida de aquellos libros. Por lo mismo, si hoy apareciera, como ha sucedido con tantos escritos que se creyeron definitivamente perdidos, la Carta de San Pablo a los Laodicenses, no sería admitida en nuestro cánon. Este es definitivo; ni será mutilado, ni podrá acrecerse núnca, ni siquiera, con los Códigos Secretos Bíblicos descubiertos que a continuación y de forma general estudiaremos. Es que, la corriente de la predicación no se agotará jamás. La predicación como instrumento pedagógico, hasta sin perder su carácter de sagrada, puede utilizar en su fondo todas las sanas verdades de las disciplinas humanas. Y desde el punto de vista de expresión literaria, puede, dentro la unidad relativa de la forma oratoria, admitir toda suerte de formas, de concepción y de estilo.

Dos Santos Doctores de la Santa Iglesia Católica San Jerónimo de Estridón ( 340-420 ) y San Agustín de Hipona (367- 430) sintieron un día el hastío de las Escrituras, antes de conocerlas como tal cual nos ha pasado a muchos de nosotros. Más tarde, no quisieron otros libros que los sagrados.

En una Carta que escribió a Santa Eustáquia ( 367 – 385), San Jerónimo le cuenta a manera de testimonio, el diálogo aterrador que sostuvo en una visión con Dios. Sintió que se presentaba ante el Trono Divino para ser juzgado, Dios, le preguntaba: “¡Jerónimo, ¿a qué religión perteneces? Él le respondió: ¡Soy Cristiano…Soy Católico!, y, Dios le dijo: “¡No es verdad, que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos del Libro de la Vida… No es cristiano, sino pagano…Porque sus lecturas son todas paganas…Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras!”. Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer, investigar, meditar y traducir bien los libros sagrados, y exclamará emocionado varias veces: “¡Nunca más me volveré a trasnochar para leer libros paganos...Ignorar las Escrituras es ignorar al mismo Jesucristo”., ( Cf. También ‘Apud Rohrbacher’, op. Cit. Vol.17, Pg. 115 ).-

De todas las fuentes ideológicas de la elocuencia sagrada, Santos Padres, Liturgia, Teología, Filosofía, Historia, Mariología y de todo el inmenso campo de conocimiento humano del tercer milenio y de todos milenios que vengan aplicado a la predicación, ‘la Sagrada Escritura’ es y será, para el predicador, la más copiosa. Ella es la mina de oro de filones más grandes, ricos y puros más no para algunos peritos y maestros de ciencias  teológicas.

“Veis, por ejemplo, cómo hermanos vuestros, culturalmente preparados y a veces peritos y maestros en ciencias teológicas, rechazan lo que os digo porque filtran a través de su mente, pletórica de cultura, cada una de mis palabras”., Cf. Jesús Nuestro Señor y su Santa Madre al Pbro. Stefano Gobbi, el 29 de Octubre de 1977.

En cambio creemos que la acomodación de los textos codificados dentro de los límites católicos que señalaremos, es absolutamente lícita y salva mucho más la dignidad de la Sagrada Escritura. No sólo la salva, sino que las dignifica más, cuando es legítima, porque es la demostración de la gran riqueza inexhausta del texto sagrado con sus ‘Sellos abiertos’ ( Cf. Apokalypsis = Apocalipsis = Revelación = 5: 5; 6:1; 6: 3; 6: 5; 6: 7; 6: 9; 6: 12 y 8: 1; “Se debería pensar que los siete sellos han sido abiertos”., Cf. Jesús Nuestro Señor a María Valtorta, el 20 de Agosto de 1943 ); y, la verificación de la enseñanza del Apóstol San Pablo que nos dice que ‘toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud’., Cf. 2 Timoteo 3:16.


Porque si es útil en su sentido literal y típico para enseñarnos la historia, establecer la verdad de los dogmas, edificar las costumbres y abrir el pecho a la esperanza de las cosas celestiales, no lo es menos en estas a veces felicísimas aplicaciones de los ‘códigos bíblicos’, en que las ‘tablillas virtuales’ descubiertas, nos describen todos los hechos de la Historia Universal desde su principio hasta el final.

“Dios la ha confirmado con señales, maravillas y muchos milagros, y por medio del Espíritu Santo, que nos ha dado de diferentes maneras, conforme a su voluntad”., Cf. Hebreos 2:4.

Son Tablas Cúanticas Sagradas Aptísimas para producir efectos análogos a los que se propuso Dios, Uno y Trino al darlas, especialmente la reforma de las costumbres, la detestación de los pecados, el amor a la virtud y el fomento de la piedad.

“En definitiva, mediante la obra del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio, la iglesia transmite a todas las generaciones cuanto ha sido revelado en Cristo. La Iglesia vive con la certeza de que su Señor, que habló en el pasado, no cesa de comunicar hoy su Palabra en la Tradición viva de la Iglesia y en la Sagrada Escritura. En efecto, la Palabra de Dios se nos da en la Sagrada Escritura como testimonio inspirado de la revelación que, junto con la Tradición viva de la Iglesia, es la regla suprema de la fe”., Cf. Ob. Cit. Verbum Domini, # 18, Pág., 43.

Por esto consideramos una verdadera mutilación de las Escrituras la que han cometido los racionalistas y no pocos protestantes e inclusive algunos Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Teólogos y Laicos al condenar toda suerte de aplicación de los textos bíblicos fuera de su sentido literal, gramatical o codificado especial.

“Soy Jesús. Escribe. Verdaderamente es el caso de hablar de caos en la doctrina, en la moral y en la liturgia. Se ha pretendido cambiar todo, pero cambiar todo en sentido anticonciliar, porque…¡este es el meollo del asunto! Toda la obra de regeneración espiritual, ardientemente querida y recomendada por el Concilio se ha convertido en acción disolvente del gran Patrimonio de la Revelación, y de la entera Redención. He ahí, pues, bajo pretextos más sibilinos, el porqué de ese aferrarse a un número grandísimo de errores teológicos, dogmáticos y morales, con que se desgarró substancialmente la Biblia; hasta el punto de que sería suficiente aceptar solamente alguna de las tantas herejías afirmadas, para derrumbar toda credibilidad en la misma Biblia…Y, herida mortalmente la Biblia, lógicamente no se sostendría en pie ni siquiera el Evangelio, con todo su contenido…Se trata, pues, de un auténtico caos doctrinal, y no meramente aclaraciones o investigaciones sobre nuevos aspectos de verdades bíblicas o teológicas. Pero aquí no se necesitaría un simple Mensaje, sino más bien un grato tratado para esclarecer mejor el número y la substancia de todos los errores y de todas las herejías brotados de los labios tormentosos de muchos teólogos modernos”., Cf. Mensaje de Jesús, Nuestro Señor, a Mons. Octavio Miquelini, el 15 de Noviembre de 1978, Pág., 96 y 97, Tomo VI.

La acomodación bíblica es practicada por las mismas Escrituras. También la Iglesia Verdadera en su Liturgia hace copiosas acomodaciones especiales fuera del sentido literal, pero en Él Señor Jesús siempre.

“Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son el campo que Dios está trabajando, el edificio que Dios está construyendo. Yo soy el maestro albañil al cual Dios permitió poner los fundamentos, y otro está construyendo sobre ellos. Pero cada uno debe tener cuidado de cómo construye, pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es Jesucristo”., Cf. 1 Corintios 3: 9-11.

Como vemos es difícil y penoso el estudio de la Sagrada Escritura. No hablamos ya del estudio científico de los sagrados libros, sino del simple estudio para la edificación espiritual, libre, propia y ajena.

“Siendo probado, como lo es, que la ignorancia de la Escritura ha originado muchos errores, todos tienen que leer o escuchar las Sagradas Escrituras”., Cf. Con las palabras del Papa Gregorio IX ( 1227-1241).

El Pbro. Henri Lacordaire ( 1802 – 1861 ) dice que por espacio de treinta años leyó la Biblia y cada día encontro en ella cosas nuevas, secretos hasta entonces para él ocultos. Está llena de dificultades la Santa Biblia: apenas hallaremos una sola página en que no haya una cuestión o problema costoso de resolver, lo que llamaban los antiguos ‘crux interpretum’.

Hay libros y pasajes famosos, en cuya explicación se ha ejercitado la flor de los miles intérpretes cristianos o santos doctores de la Iglesia Católica sin que se haya llegado todavía a una solución definitiva. Por esto San Jerónimo, que como todos los intérpretes conoció las dificultades de la Biblia, exhortaba a su discípulo Nepociano ( Hacia el 394 D. de Jc. ) a pedir a la ‘misma llave de David, que abre y nadie puede cerrar, que cierra y nadie puede abrir’, es decir, a Jesucristo ( a Yesúah), que iluminara sus sentidos para penetrar en los misterios de las Escrituras.

Temerario fuera, por todo ello, quien osara abordar el estudio de la Biblia en su texto directo o codificado sin contar con el auxilio de Dios o del Magisterio Santo, humildemente invocado. Y, existen casos y algunos muy delicados porque mezclan la Palabra de Dios con: Horóscopos, Tarot, Ouija, Númerologia, Cabalá, Otros códigos, etc., Todos muy atrayentes, pero falsos y por el contrario muy rechazados por la misma Sagrada Biblia, la Santa Iglesia Católica e inclusive por la sana Ciencia.

“Habrá entre ustedes falsos maestros que introducirán herejías perniciosas…El camino de la verdad será difamado”., Cf. 2 Pedro 2:1-2.

“Surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos”.,Cf. San Mateo 24:24.

“Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”.,Cf. 1 Tesalonicenses 5:19-21.

“Tratará de cambiar los tiempos y la ley”.,Cf. Daniel 7: 25.

“Pero cuando el Hijo del hombre venga ( Jesús) ¿encontrará todavía la fe en la Tierra”., Cf. San Lucas 18:8b.



Todo estudio requiere atención y reflexión meditativa a la luz del Santo Credo Católico. Más todavía el de la Escritura; por la complejidad de materias que abarca, como la de sus números sagrados, que tienen tres significados distintos: cantidad, simbolismo y mensaje.

El primer sentido: La Cantidad.

Se refieren a la cantidad de años, personas o distancia mencionados en varios textos.

El segundo sentido: El Simbolismo.

Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de él, que lo supera y lo desborda.

El tercer sentido: El Mensaje.

En las lenguas Hebrea y Griega las letras tienen un valor numérico. Así el 1 sería A, el 2 la B, etc. El número obtenido con la combinación exacta de letras se llama gemátrico. En cada cifra podía haber escondida una palabra especial. La Biblia trae varios ejemplos de estos números gemátricos tanto en su texto directo como en su texto codificado.

El uno simboliza a Dios, que es único. Indica exclusividad, primado, excelencia, el todo, el ámbito constante creador. La Unidad Plena ( Cf. Exodo 25:31 ). El número 1 es empleado más de 1898 veces en la Biblia.

El dos representa la relación de Dios y todas sus criaturas. El Equilibrio. También representa a la persona humana, pues en ella, hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado ( Cf.  Apokalypsis11:10 ).

“Después de la culpa todo quedó cambiado y alterado. Todas las formas de lo creado se relajaron y se dispersaron en mil maneras. Lo que era uno se hizo múltiple, y los hombres ya no tomaron sólo a Dios, sino sólo de sí mismos. Ahora eran en verdad dos, y fueron tres, y, finalmente, muchedumbre. Imagen de Dios habían sido antes: ahora eran imágenes de sí mismos que reprodujeron otras imágenes pecaminosas de sí mismos”., Cf. S.Ana Catalina Emmerick, Visiones del Antiguo Testamento, Tomo Segundo, Libro I, Capítulo VI, Pág., 22.

El Número tres representa a la Santísima Trinidad.  Tres son también las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Jesús es el triple David   (Cf. San Mateo 3:16-17 ).

El cuatro en la Biblia simboliza el Amén profundo. El Cosmos visible e invisible. La vida. El Mundo. La Madre Naturaleza creada y asistida por Dios ( Cf. Exodo 38:4 ).

El número cinco nos representa a Jesús y a María. Al Mundo redimido por el Señor Todopoderoso. El Pan de vida. La Cruz  ( Cf. San Marcos 6: 41 ).

El seis nos representa la lucha entre el bien y el mal. La tolerancia cristiana  La Conversión ( Cf. Números 35: 6 ).

El siete simboliza la perfección cristiana. Los 7 sacramentos. Los 7 dones del Espíritu Santo. Las 7 Palabras del Señor Jesús en el Calvario. Las 7 virtudes Capitales. Los 7 Dolores de Nuestra Señora. Los 7 Domingos de San José ( Cf. Jueces 16: 7 ).

El número ocho nos representa la Plenitud. La manifestación máxima del amor. Al mismo Hombre-Dios: Jesucristo, nuestro Salvador. El Sol. El Oro puro ( Cf. Nehemías 7: 70 ).

El número nueve encierra el Santo Nombre de Dios, Uno y Trino con todos sus Atributos ( Cf. Números 29:26 ).

Quedan otros números, como el: 70 ( Cf.Génesis 50:3; Exodo 15:27; Jueces 9: 5; 2 Reyes 10:6-7 ), el 40 ( Cf. 1 Samuel 17: 16 ), el  1000 ( Cf. Números 31:48; Deuteronomio 1:15; 1 Samuel 18:7; 1 Samuel 25:2; 2 Samuel 18:1;1 Crónicas 18:4; 1 Crónicas 29:21; Esdras 1:9 ), etc.

Y, no todos los números en la Santa Biblia son simbólicos: ( Cf. Números 1: 46; Josué 8: 3; Jueces 15: 4; II Samuel 24: 9; I Reyes 4: 22-23; I Crónicas 23:5b; San Lucas 14:19 ), etc.

“Todo esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos”., Cf. 1 Corintios 10:11.

Como vemos, ante cada cifra tenemos que preguntarnos, ¿esta cifra indica cantidad o indica lo mismo de otra cifra especial? ¿Etc?

“El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: Todos tus calculos deben tener como base el siclo de veinte geras, que es el peso oficial del santuario”., Cf. Levítico 27: 1 y 25.

En el Siglo XIX vivió uno de los hombres mas famosos por sus obras, milagros y sus profecías: San Juan Bosco (1815-1888 ). Su fama se esparcía por todos lados. A unos anunciaba cuantos años iban a vivir, a otros les decía lo que iban a ser en el futuro, y a muchos les leía los pecados más ocultos de sus almas. En total hizo en vida más de 800 milagros.

Pues bien. Un hombre pobre oyó hablar de las maravillas que hacía este humilde sacerdote amigo de los jóvenes y corrió en su busca para preguntarle algo muy importante: ¡la fórmula para sacarse la lotería!

Quería que Don Bosco le dijera qué números debía escoger al comprar el billete mayor. El sacerdote meditó un rato y luego le contestó con plena seguridad: “Los números mágicos para que usted se saque la lotería son estos: 10 – 7 – 14 con la serie 3. Puede conseguirlos en cualquier orden y se la sacará”.

El hombre se llenó de alegría y ya se despedía para salir corriendo a comprar el billete, cuando el Sacerdote, tomándolo del brazo le dijo sonriente: “Un momento por favor hijo, que todavía no le he explicado bien los números ni le he dicho de qué clase de lotería se trata. Mire usted:  estos números significan lo siguiente: ‘10’ significa que usted debe cumplir los diez mandamientos; ‘7’ significa que usted debe pedir los siete dones del Espíritu Santo y frecuentar los sacramentos; ‘14’ significa que usted debe practicar las catorce obras de misericordia, tanto las corporales como los espirituales. Si usted amigo mío, cumple estas tres condiciones: observar los mandamientos, recibir bien los sacramentos y practicar las obras de Misericordia, se va a sacar la más estupenda de todas las loterías; el premio mayor de todos: ¡La Gloria Eterna del Cielo ó aquella misma que es la de estar junto a Dios, Uno y Trino! El hombre comprendió a San Juan Bosco y en vez de irse a buscar al Lotero, fue al asilo a llevar una limosna, a nombre de Don Bosco, como penitencia”.

Esto mismo es lo que pretendemos con esta obra. Que los números no se sean mal interpretados, sino por el contrario, sean interpretados como lo hizo San Juan Melchor Bosco Ochiena con aquel hombre amigo de los juegos de la suerte.

Antes de Iniciar advertimos que tanto el Texto Directo Bíblico es totalmente compatible con el Texto Codificado Bíblico; y, algo más, los dos textos están centrados integramente con la doctrina católica apóstolica romana. Con nuestra fe cristiana.

Advertimos que si bien es cierto que los dos textos ‘nos advierten de una gran tribulación de tribulaciones’, ellos también nos señalan que  de vida de la humanidad, será bastante largo; tan es así, que las últimas investigaciones del ya famoso ‘Código de la Biblia’, lo confirman con unos 1.000.000.000  tiempos, siglos, milenios, años, generaciones, eras o eternidades de existencia  la vida que falta por transcurrir, sobre este mundo o el universo? Es como la anticipación de lo que nos espera a todos, despues del Juicio Universal (Son dos opciones ): ¡Cielo Eterno! ¡Condenación Eterna!

“Glorificad al que era en un principio, será hoy y será siempre por todos los siglos pasados, presentes y futuros. Dios es glorificado desde antes de los siglos y después que pasen todas las generaciones de estrellas, soles y galaxias”., Cf. “Las Últimas Apariciones del Señor y la Santísima Virgen María en Hispanoamérica”, Huatusco Veracruz México, Miércoles 12 de Abril de 1989 ( Pág., 278 ).

“Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios  o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, Sea Anatema”., Cf. Canon 9, # 211, II Conc. De Constantinopla ( 553 D. de Jc. ), Denzinger, ‘Manual de Símbolos, Definiciones y Declaraciones pertenecientes a la Fe y a las Costumbres Cristianas Católicas’.

Sabemos que con las Matemáticas y la Física Cuántica existen diversos temas muy controversiales relacionados a ellas e inclusive si no tenemos una seria convicción religiosa católica nos podemos convertir  en ateos o en volvernos locos por culpa de sus teorías. Dios no necesita de nuestras ciencias, son ellas, las que lo necesitan a Él para poderlo descubrir o revenciar como Sumo Creador del mundo Visible e Invisible.

“La ciencia sin religión es coja, y la religión sin ciencia es ciega”., Cf. Dr. Venancio G. Rodríguez: ‘Hombre, materia, evolución y vida”, 38, V. Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1969.

 La Ciencia necesita de la Fe vigorizada y la Fe de la Ciencia sana.

“Cuántos descubrimientos, cuántos hallazgos e inventos…y a pesar de todo. No lograron descubrir lo ‘sobrenatural’, que era lo único de donde podían sacar todo lo necesario para saciar sus grandes aspiraciones de felicidad, de verdadera libertad, de justicia y de amor”., Cf. Jesús Nuestro Señor a Mons. Octavio Miquelini, el 15.XI.78, Pág., 89, Tomo VI.

“El hombre vive en una constante contradicción, pues muchos descubrimientos han traído logros importantes para la humanidad, mas también llevan consigo grandes peligros, pues terribles y diversos males que sufre el mundo son causados por su mala aplicación”., Cf. De un Mensaje Celestial el 28 de Abril de 1998. Ob. Cit.

Hemos pensado en la incorporación de estas nuevas exploraciones Hermenéuticas de la Palabra de Dios para hacerlas tan útiles y significativas para cualquier lector como sea posible. El privilegio de ser precursores en la Iglesia Católica, en el estudio de los ‘Códigos Secretos de la Biblia’ tiene, por supuesto, sus propias recompensas, riesgos y presentamos este e importante -Primer Libro- en la creencia simple y sana que los amables lectores encontrarán en él un valioso aporte epistemológico sobrenatural para cualquiera de las vías que requiere para su información ( Cf. Isaías 34: 16ª ). Somos conscientes sobre el dualismo y la hermenéutica secularizada “que hoy se produce al abordar las Sagradas Escrituras. En efecto, al distinguir los dos niveles mencionados del estudio de la Biblia, en modo alguno se pretende separarlos, ni contraponerlos, ni simplemente yuxtaponerlos. Éstos se dan sólo en reciprocidad. Lamentablemente sucede más de una vez que una estéril separación entre ellos genera una separación entre exegesis y teología, que ‘se produce incluso en los niveles académicos’ más elevados… Esta penetrante reflexión nos permite notar que lo que está en juego en la hermenéutica con que se aborda la Sagrada Escritura es inevitablemente la correcta relación entre fe y razón… La unidad de los dos niveles del trabajo de interpretación de la Sagrada Escritura presupone, en definitiva, una armonía entre la fe y la razón… La santidad en la Iglesia representa una hermenéutica de la Escritura de la que nadie puede prescindir. El Espíritu Santo, que ha inspirado a los autores sagrados, es el mismo que anima a los santos a dar la vida por el Evangelio”., Cf. Ob. Cit. Verbum Domini, # 35, 36 49, Págs., 68, 71, 72 y 96.

La Santa Biblia contiene dos textos escritos ( el directo y el codificado ) centrados todos en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en Nuestro Señor Jesucristo. Textos escritos a través de muchos siglos, por muchos santos autores y, sobre todo, de muy diverso género literario y con hechos de la vida real resumidos en: Libros Proféticos, Libros Históricos, Evangelios, Escritos Didácticos, Colecciones de Himnos, Colección de Proverbios, Colecciones de Leyes, Colección de Cartas, Escritos de Revelación y Colecciones de Tablillas Codificadas.

“En la composición de los Libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas las facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería”., Cf. “Constitución Dei Verbum”, [Inspiración y verdad de la Escritura], Capítulo III, Pág., 124.


Es preciso reconocerlo: El Libro Santo, que llamamos Sagrada Biblia, encierra  todo un arsenal de “géneros  literarios” ( Cf. “Constitución “Dei Verbum”, C.3. Inspiración de la Escritura, [Cómo hay que interpretar la Escritura] # 12, Pág., 125 ) Y no sólo llama la atención  el gran número de los géneros; es asimismo notable la diversidad de matices que los diferencia, y la peculiaridad de cada uno de ellos para captar y expresar la realidad. “Se tenga en cuenta a este propósito el dístico clásico que representa la relación entre los diversos sentidos de la Escritura: “Littera gesta docet, quid credas allegoria, Moralis quid agas, quo tendas anagogía”. La letra enseña los hechos, la alegoría lo que se ha de creer, el sentido moral lo que hay que hacer y la analogía hacia dónde se tiende. Aquí observamos la unidad y la articulación entre sentido literal y sentido espiritual, el cual se subdivide a su vez en tres sentidos, que describen los contenidos de la fe, la moral y la tensión esjatológica. En definitiva, reconociendo el valor y la necesidad del método histórico-crítico aun con sus limitaciones, la exegesis patristica nos enseña que ‘no se es fiel a la intención de los textos biblicos, sino cuando se procura encontrar, en el corazón de su formulación, la realidad de fe que expresan, y se ensalza ésta a la experiencia creyente de nuestro mundo”., Cf. Ob. Cit. Verbum Domini, # 37, Págs., 73 y 74.

Hemos dicho que, entre nosotros no hay libros en un solo volumen que presenten en serie hechos sobrenaturales y naturales históricos. La Biblia, en cambio, contiene estos extremos y contrastes.

¿Cabe, acaso, mayor contraste que el asiento, en un mismo libro, de formas y géneros tan contrapuestos la Sabiduría del Eclesiástico ó la lírica mística amorosa del Cantar de los Cantares? Por desgracia, los siglos pasados no han tenido los ojos muy abiertos a la riqueza y colorido de algunas formas literarias de la Biblia.

No se hablaba sino de tres géneros: de los libros históricos, de los libros proféticos y de los libros didácticos.   

“Da al Altísimo como él te ha dado a ti”., Cf. Eclesiástico 35:9ª.

“Llévame grabada en tu corazón”., Cf. Cantares 8: 6.

Este reparto superficial y mecánico hizo por ejemplo que el salterio fuera enrolado entre los libros didácticos. Pero ocurrió lo peor. Los llamados ‘libros históricos’ de la Biblia penetraron en la conciencia cristiana y pagana en una proporción desmesurada.   

La Santa Biblia quedó, sobre todo, en manos de los ‘hermanos separados’, ‘del movimiento de la new age’ y ‘de la ciencia atea’. Quedó allanada y reducida a ‘historia breve bíblica’, a ‘historia breve sagrada’, a ‘leyenda’, a ‘hecho espontáneo y casual’, a ‘libre interpretación y adaptación’, etc. No se tienen en cuenta el plan y la intención de cada escritor bíblico. Cuatro ejemplos breves de todo lo anterior lo tenemos en estas obras de entre varias:


El Libro de Urantia  ( Recopilador:  William Sadler )
El Código Da Vinci ( de Dan Brown ).
El Caballo de Troya ( de Juan José Benítez ).
El Nuevo Código Secreto de la Biblia ( de Michael Drosnin ).


“Los malos libros abundarán sobre la Tierra y los espíritus de las tinieblas difundirán por todas partes un relajamiento universal para todo lo que se relacione con el servicio de Dios…Adquirirán un enorme poder sobre la naturaleza…Habrá iglesias al servicio de esos espíritus…Serán transportadas algunas personas de un lugar a otro, por esos espíritus malos, hasta sacerdotes, porque ellos no serán guiados por el buen espíritu del evangelio, que es espíritu de humildad, caridad y celo por la gloria de Dios…Se hará resucitar a muertos y justos…Es decir, que esos muertos tomarán la imagen de las almas justas que habían vivido sobre la Tierra, para seducir mejor a las personas…Esos presuntos muertos resucitados, que no serán más que otras imágenes del demonio, predicarán otro evangelio contrario al del verdadero Cristo Jesús, negando la existencia del Cielo, serán también las almas de los condenados…Todas esas almas aparecerán como unidas a sus cuerpos ( ¿Maitreya? ¿El Conde Saint Germain? etc.)… Habrá extraordinarios prodigios en todos los lugares, porque la verdadera fe se ha apagado y la falsa luz ilumina el mundo…Olvidada la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes…Roma perderá la fe…Se transformará en sede del Anticristo…Los demonios del aire y el anticristo harán grandes prodigios sobre la tierra y en los aires, y los hombres serán más perversos cada día…Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad…El Evangelio será predicado por todas partes, todos los pueblos y todas las naciones tendrán conocimiento de la verdad…Es tiempo de que ya ellos salgan y vayan a iluminar la Tierra…Id y mostraos como mis amados hijos; yo estoy con ustedes y en todos…Siempre la fe sea la luz que os ilumine los días de infortunio…Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y el honor de Jesucristo…Combatid, hijos de la luz, porque he aquí el ‘tiempo de los tiempos’, el ‘fin de los fines’…La Iglesia será eclipsada, el mundo consternado…Pero ahí estarán Enoch y Elías, plenos del Espíritu Santo; ellos predicarán con la fuerza de Dios y las personas de buena voluntad creerán en Dios y muchas almas serán consoladas; ellos harán grandes progresos por la virtud del Espíritu Divino y condenarán los errores diabólicos del Anticristo”., Cf. ‘Profecías de La Salette’, 1846, Francia  (Extractos ).

“Cuando leáis el libro de la vida, tened cuidado de las alteraciones de la Sagrada Biblia en los tiempos actuales desde 1965; por tanto sólo pueden aceptarse las que se han editado hasta 1964”.,Cf. Nuestra Señora a la Vidente Verónica Lueken, el 10 de Mayo de 1973 ( P., 165 ).

“Muchos hijos están confundidos porque las palabras no son las de Dios. Mi enemigo, el demonio, está promoviendo confusión y división en muchos lugares del mundo, engañando a la gente con mañas y trucos e incluso usando fenómenos sobrenaturales”., Cf. Revelaciones del Cielo a Julia Kim de Naju, Corea del Sur, el 27 de Agosto de 1991.

Por último sin ser sensacionalistas, ¿No te gustaría llevar un sello y una unción  en tu ser que dijera ‘Amigo de Jesús, de María, de los Ángeles y Santos por toda una Eternidad Féliz. Amén’?

Elías del Monte Santo

   MISCELÁNEA CELESTE
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 “He hecho la noche pasada un largo viaje y estuve en el Monte de los Profetas. He visto de nuevo el Paraíso terrenal muy vecino a él. En el Monte de los Profetas estaba todo como yo lo había visto. He visto al hombre bajo la tienda escribiendo, hojear libros y rollos y cancelar y quemar muchas cosas. He visto que daba ciertos folios a algunas palomas, que con ellos se alejaban volando.

Yo estaba a la vista del globo terrestre, en la proximidad del Monte de los Profetas. He visto las aguas que desde allá descienden, como una tienda o defensa de velo cándido, semejante a la leche, por sobre la tierra. Aquel velo era voriopinto y transparente. Ví toda clase de cosas brillando a través. Todo color deriva de otro y lo sigue y produce diversos efectos; y si aquel velo llega a ser perforado, entonces cae la lluvia.

Estas efusiones están coligadas a ciertas épocas fijas y van precedidas de los santos con sus solemnidades y la celebración de sus triunfos. El regreso de ese lugar lo hice descendiendo siempre por un angosto sendero. Sucedió pues que ví de nuevo el Monte de los Profetas; me pareció allá arriba más verde y más pujante la vegetación. Estaban las dos figuras ocupadas con los libros. El uno imponía sobre la mesa nuevos rótulos, el otro borraba cosas de los libros. Ví entonces la extremidad de la tierra salir fuera; veía los ríos como hilos de plata y los mares como espejos; reconocí bosques y ciudades y fui finalmente a descender sobre la tierra, junto a las riberas del Ganges.

El sendero se dirigía hacia abajo; mi camino, por el contrario, se dirigía hacia las alturas, a una región extraordinariamente hermosa. Allí arriba la temperatura es templada, y todo aparecía verde y fructífero; había flores indeciblemente bellas y muchos arbustos y bosquecillos atrayentes. Gran cantidad de animales corrían acá y allá jugueteando y no parecen de ningún modo feroces. Ninguna criatura humana habitaba en esta región ni podría llegar allí ni penetrar. De aquel gran camino de quue he hablado mirando hacia abajo, no se veían sino nubes.

Desde esta región paradisíaca tuve que subir aún más alto y me pareció que era llevada otra vez a través de las nubes. Así llegué a la cumbre extrema de aquella alta región de montaña, donde he visto cosas muy admirables. Sobre la cumbre de la montaña se extendía una gran llanura y en ella se veía un lago. En el lago había una isla verde unida a aquella llanura por una verde lengua de tierra. La Isla estaba rodeada de árboles altos, como cedros. Contemplé toda la isla. Se elevaban en su seno diversas torres de forma esbelta y delgada. Cada una de estas torres tenía por delante un pequeño edificio, como si sobre la puerta de cada una de ellas fuese elevada una pequeña capilla. Estos edificios estaban cubiertos completamente de verdes arbustos, de musgo y de yedra. Aquellas torres eran más o menos altas como campanarios, pero más elegantes: me recordaban a las altas columnas que durante el viaje había observado en antiguas ciudades en ruinas. Eran variadas en la forma; había redondas y algunas octogonales.

Las Torres redondas tenían techos semejantes en la forma a las cebollas; las octogonales estaban defendidas por grandes y extensas techumbres. Las torres redondas estaban hechas de gruesas piedras, pulimentadas y lúcidas con vetas variopintas y abigarradas. Las otras tenían toda clase de prominencias y nichos de piedra, representando imágenes de profunda significación. Por medio de las piedras salientes del contorno de las torres se podía subir cómodamente a lo alto. Estas piedras eran de diferente color: rosadas, coloradas, negras, y estaban dispuestas formando toda clase de dibujos. Las torres no se elevaban sobre la altura de los árboles, que eran extraordinariamente altos, desde la cumbre  de uno de los cuales me hallaba yo mirando.

Según un íntimo sentimiento mío debía haber en aquella isla tantas torres cuantos árboles la circundaban. Estos árboles semejaban abetos y tenían las hojas terminadas en punta.  De caminos no se veía ni el más mínimo vestigio ni en aquella isla ni en todos los contornos. Cerca de cada torre se veía un pequeño jardín.  En esos jardines todo era verde y en cuanto a la forma, variaban según la diversidad de las torres.

Este lago era vivaz en sus movimientos y extraordinariamente limpio y claro. Sus aguas atravesaban la isla por numerosos canales y se precipitaban formando muchas corrientes, largas y finas, en un abismo subterráneo. Frente a aquella pequela lengua de tierra, que unía la isla al continente, se levantaba sobre la verde pradera una grandísima tienda que se alargaba mucho y parecía formada de materia gris y tenía las paredes internas decoradas de bandas multicolores y ricamente bordada o pintada con toda clase de figuras.

En torno a la mesa que estaba en el medio había asientos de mármol distribuídos, sin apoyo, a manera de almohadones, porque también estos asientos parecían cubiertos de una sustancia vegetal siempre verde. En un asiento del medio, distinto de los demás, estaba la figura de un hombre, radiante de santidad, junto a la mesa de piedra baja, de forma ovalada. Aparecía sentado al modo oriental, con las piernas cruzadas, y escribía en un gran rollo con un lapicero o pluma de caña. El lapicero semejaba un pequeño ramo. A derecha e izquierda posaban muchos gruesos volúmenes y rollos arrollados en bastones terminados en capullos. Junto a la tienda había un hoyo abierto que parecía murado en el exterior; allí ardía un fuego que no pasaba con su llamarada el extremo del recipiente.

Cuando ví todo esto pensaba entre mí misma: ¿Qué tengo yo que hacer aquí? ¿Y por qué, yo, pobre criatura, tengo que ver todo esto? Entonces aquella forma humana, refiriéndose a la tienda, me dijo: ‘Esto te acontece porque tú tienes aquí una parte que te pertenece’. Esto me causó aún mayor maravilla. Bajé, o fui trasportaba hacia él, a la tienda donde estaba sentado. Su aspecto parecía el de Elías.

Los muchos volúmenes y rollos que tenía junto a él eran muy antiguos y preciosos. Sobre algunos de esos volúmenes se veían ornamentos en relieve y figuras en metal, como, por ejemplo, un hombre con un volumen en la mano. Sentí internamente, que esos volúmenes contenían cuanto hay de más santo para los hombres, y que él examinaba todo y lo comparaba, y todo lo falso lo quemaba en el fuego que había junto a su tienda. Me dijo que se encontraba allí para impedir a toda criatura humana que penetrara en ese lugar; que debía custodiar y defender todo eso hasta que viniese el tiempo de ponerlo en uso ( como los códigos secretos de la Biblia a la luz de la Doctrina Católica ).

Ese tiempo ( el de hoy ) hubo de haber venido algunas veces, pero aún se interponían graves obstáculos. Le pregunté si no sentía hacerse largo el tiempo y serle molesto el tener que esperar tanto. Me respondió que en Dios no hay tiempo. Me dijo que yo debía verlo todo allí ( como todo lo de este primer tomo de “Todo lo dice su Nombre” ), y me condujo fuera de la tienda y me hizo observar todo lo que había en torno de ella. Me dijo también que los hombres no merecían aún todo lo que allí estaba guardado.

La tienda era de la altura de dos hombres. La techumbre era algún tanto estrecha en el centro y como suspendida de una cuerda que iba a lo alto y se perdía en el aire. Yo pensaba dónde podría estar sujeta esa cuerda. Los cuatro ángulos de la tienda estaban formados de columnas que casi podrían abrazarse con ambas manos; tenían en apariencia vetas como las puertas lúcidas y lisas, y encima verdes penachos. La tienda estaba abierta por delante y por los costados. En medio de la mesa había un volumen extraordinariamente grueso que se podía abrir y cerrar; parecía que estuviera fuertemente sujeto a la mesa. El personaje leía en el volumen y lo observaba todo para ver si estaba en regla y todo exacto. Me parece que debajo de la mesa había una puerta y que allí dentro se custodiase un tesoro grande y sagrado, alguna cosa santa. Aquellos asientos cubiertos de verder estaban dispuestos de tal modo en torno de la mesa que se podía circular entre ellos. Los numerosos volúmenes estaban dispuestos detrás de esos asientos, a derecha e izquierda. Los que estaban a la izquierda eran los que debían ser quemados.

Me condujo en torno de aquellos libros. Sobre las tapas se veían toda clase de figuras; hombres que llevaban escalas libros, pequeñas iglesias, torres, mesas. Me dijo que él todo eso lo examinaba y comparaba y quemaba todo lo superfluo y lo falso; pero que los hombres no podían recibir aún estos tesoros; debía antes venir otro.

Me mostró los contornos y llegué al extremo límite del lago, cuyo nivel es precisamente tan alto como el de la isla. Sentí perfectamente bajo mis pies cómo aquellas aguas se desparramaban por muchas corrientes hacia abajo del monte, y, luego, mucho más abajo, salían a luz en grandes y pequeñas vertientes. Llegué a la parte posterior de la isla, pasando sobre las aguas, sin puente alguno, y luego fui caminando por en medio de todas las torres. Todas aquellas torres se levantaban como salidas del musgo. Sentí internamente que en aquellas torres se conservaban los más grandes tesoros de la humanidad y tenía el sentimiento de como si allí reposaran cuerpos santos. Entre algunas torres ví allí un carro de forma extraña, con cuatro ruedas bajas; cuatro personas podían perfectamente caber adentro.

Internamente tenía dos bancos y delante un pequeño asiento. Este coche estaba todo revestido de verde, como todas las cosas que están allí dentro. Era sin timón y enteramente ornado de figuras esculpidas; creí, al primer momento, que dentro hubiera hombres sentados. La caja del coche estaba formada de esas mismas figuras: era delgada y lúcida, como metal; las ruedas gruesas y anchas como las de los carros romanos. Está colocado allá para eterna memoria. Sobre él fue transportado a lo alto y los hombres lo verán, con gran sorpresa, volver aquí abajo sobre el mismo carro. Pénse que era liviano, lo bastante como para ser llevado por hombres. Observé todo esto con detención, pues aquel hombre me dijo: ‘Tú tienes tu porción en todo lo que hay aquí y puedes en seguida tomar posesión’.

Cuando de nuevo entré en la tienda, aquel hombre me repitió lo mismo. Cuando le declaré mi incapacidad e ineptitud para ello, me respondió con tranquila convicción y certeza: ‘Tú volverás pronto junto a mí’. No salió de la tienda mientras yo me hallaba en ella; sólo se movía como suspendido en el aire en torno de la mesa y de los volúmenes. Esta mesa no estaba tan cubierta de verde como los asientos, los cuales eran, sin embargo, menos verdes que las cosas situadas bajo las torres. Cerca de la tienda no había tanta humedad. Con todo, también aquí y en torno de la celda, el suelo estaba cubierto de musgo. Tanto la mesa como los asientos parecían nacidos y crecidos allí mismo. La base de la mesa estaba formada de un arca cuadrada y parecía que adentro había algo de santo. El hombre que estaba junto a la mesa ha de volver a su tiempo.

Dentro de la tienda yo sentía como si un cuerpo santo estuviese allí depositado. Quizás el cuerpo de San Juan Evangelista. Me parecía que debajo todo estaba vacío y como si saliese un perfume de una tumba sagrada. Tuve también la íntima persuación de que aquel hombre no permanecía siempre con sus volumenes dentro de la celda. Me había recibido y me había hablado como si me conociese ya y hubiese sabido que yo debía venir. Con igual certeza me predijo mi retorno junto a él y me indicó el sendero para bajar.

Me dirigí hacia el Mediodía y llegué primeramente hasta la áspera costa del monte, y, atravesando las nubes, bajé a aquella comarca donde había tantos animales. Allá arriba, donde había estado, no había ni un solo animal. Ví muchas corrientes de agua surgir del monte, precipitarse en cascadas y tomar un curso muy rápido. En este segundo viaje, ví de nuevo muchas más personas que en el primero. Llegué a una comarca donde pueblos de gente pobre habitaban en cabañas. Ví que se acercaban hacia ellos otras personas de color oscuro con vendas blancas en torno a su cabeza. Estos traían a los cristianos alimentos en cestas entrelazadas. Parecía que habían venido desde lejos. Este modo de ser y de obrar ya lo había visto junto al Jordán, en Tierra Santa. Había un gran personaje que parecía ser su sacerdote y que llenaba los vasos con agua mientras la gente se los alcanzaba.

Allá arriba, sobre aquel monte, el más alto del mundo, donde nadie jamás podrá llegar, fueron llevados y salvados los más sagrados y secretos tesoros, para sustraerlos a la creciente perversidad de los hombres. Aquellas aguas, la isla, las torres, son los medios con los cuales estos tesoros son fuertemente guardados y conservados en seguridad. Desde aquellas aguas todo será refrigerado y renovado. Todo bien ha descendido a los hombres desde allá arriba, y todo lo que debe ser preservado de la devastación, está allá arriba puesto en seguridad. Me fue posible reconocer en uno a Juan y en el otro a Elías.

Parecía que Elías daba a Juan las revelaciones ya cumplidas, y que, en cambio, recibiese otras nuevas. He visto a muchos hombres iluminados y refrigerados por esta agua, en casas, en chozas, en las ciudades, en muchas partes del mundo. Ví también a algunos protestantes, los más convencidos en sus creencias, ser iluminados por aquellas gotas. Principia cierto movimiento en sus corazones y germina cierto fermento que, después de graves tempestades, se desarrollará en todo su esplendor”.

                                                                                                                              Beata Sor Ana Catalina Emerick Hiller

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